EL QUE NO TIENE NO PIERDE

Anoche tuve una charla larguísima con B. y creo que por primera vez en estos dos meses de conocernos hablamos de cosas un poco más importantes para los dos, muy lejos de la diferencia de edad y de algunos clichés en los que solemos caer repetidamente. Y yo ya lo sabía desde hace mucho, pero después de hablarlo con él me fui a la cama pensando muchísimo más detenidamente en el miedo tan grande que me genera ser feliz, o por lo menos la posibilidad de serlo. Uno de alguna manera se acostumbra a los obstáculos y encuentra siempre alguna que otra forma de sortearlos o de enfrentarlos, ganamos habilidades en esto de estar mal pero nos inmovilizamos cuando la vida de golpe nos quiere pasar la mano. Es terrible tener a nuestro alcance lo que nos hace hace bien y elegir dejarlo ir para no correr el riesgo de perderlo. Cuando dos personas se conocen siempre todo parece perfecto y los ojos del otro siempre son los más lindos, y sus besos lo mejores y su manera de decir las cosas la más hermosa y te extraño y no puedo vivir sin vos y todo alrededor parece ponerse de acuerdo para ser felices y comer perdices hasta el hartazgo o hasta que el hígado reviente. Pero qué pasa después cuando no cogía como yo creía o tiene ataques repentinos de inmadurez crónica o tiene cambios de humor insoportables? Y ahí es cuando mis motores se apagan y no avanzo. Pero no avanzo eh! Ese es el punto en el que creo que soy el más feo y el más deforme y el más aburrido de toda la raza humana y rompo el lazo porque prefiero romperlo yo antes de que lo haga el otro, me arranco a mí mismo la posibilidad de estar bien antes de que me la quite el otro y me duela el doble. Porque en estas cosas siempre duele menos cuando el dolor se lo inflige uno mismo, no es lo mismo soportar un latigazo propio que entregar el látigo y esperar recibir el latigazo de otro.

El que no tiene no pierde...estaré equivocado o no, pero prefiero no tener una mierda a tener que ver cómo lo poquito que tengo se me va después.