Hay golpes en la vida tan duros,
golpes como del odio de Dios.
Hace unos días empecé a leer por segunda vez un libro de Sábato que tenía tirado en un cajón y hoy esas dos líneas que escribí ahí arriba me hicieron dejar de lado la lectura y me abstrajeron de una manera rarísima de todo. El libro es conocido, ya lo había leído antes hace un par de años, y sin embargo esta vez me conmovió de una forma totalmente diferente. Me pongo a pensar en algunos acontecimientos pasados y me parece increíble cómo la visión que tenemos de las cosas pueden cambiar de manera TAN radical en unos pocos años y cómo a veces lo que antes no tenía ningún significado de pronto lo es TODO, cómo los años nos transforman y cómo comprendemos solos, sin que nos lo enseñen, que podemos mirar la misma flor cientos de veces y ver siempre cosas diferentes. De esa manera cuando leí el libro por primera vez algunas palabras pasaron desapercibidas y ahora me parecen fundamentales.
En fin, recién venía en el colectivo tratando de armar algunas ideas para escribir ésto y al final durante todo el viaje lo único que hice fue dar vueltas alrededor de lo mismo, tratando de hacer memoria sobre un pasado que ya casi nunca golpea con la fuerza devastadora de antes, pero que de cualquier manera tampoco se va y que inevitablemente siempre vuelve, no importa el tiempo que esté ausente. Y quizás sea eso lo que me hace sentir más cerca de Ernesto que antes, como un túnel paralelo al suyo, lleno de puertas y de ventanas infinitas que no conducen a ningún lado, como los de sus pesadillas. Me identifico de una forma mucho más estrecha, lo leo y a veces realmente me parece que me habla a mí, o por lo menos al ser oscuro que siempre fuí y que sigo siendo, no importa lo luminoso que sea el presente ni lo feliz o lo afortunado que me esté sintiendo. Cuando pienso en el pasado creo que las cosas más dolorosas que me tocó vivir fueron un castigo (merecido o no) de Dios, fueron sus puños y fué su furia cayendo como piedras. El vómito, los hospitales, las lágrimas y las cicatrices fueron y son la vuelta ineludible del búmeran, el castigo de una vanidad de la que ya casi no tengo recuerdos y una sexualidad de la que JAMÁS me sentí orgulloso.
Lo escribió Hugo Mujica una vez: "EN LO HONDO NO HAY RAÍCES, HAY LO ARRANCADO". Y desde que lo leí siempre me acuerdo de eso.
2 comentarios:
es q tampoco se puede vivir pensando q todo lo q pasa es o castigo o regalo de dios
what if todo lo q nos pasa es x q lo merecemos
x q lo buscamos
por puta casualidad
equilibrio cósmico
o lo q sea
estamos tan ocupados buscando alguien para culpar....
El túnel es un libro fabuloso. Al leerlo siento que lo hubiera escrito yo mismo, o que me junte con Ernesto Sabato en un café de La Recoleta para intercambiar ideas y terminar fuisonándolas para dar con esa obra maestra. Sin embargo me suele prestar a confusión con que malévola personalidad es la que más me reflejo. Soy un Juan Pablo Castel enfermizo, paranoico y atormentado por sí mismo o quizá con Maria, tan perdida, confundida, con tanto miedo a arriesgar quizás por el miedo de perderlo todo...
Cada palabra, todo ese mundo confuso, toda esa paranoia y flagelo emocional corre tanto por mi cuerpo...
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