No importa lo cansado que estés, lo mal vestido que te sientas, lo negras que sean tus ojeras ni lo desprolija que tengas la barba. Siempre hay alguien que sube al colectivo donde te estás quedando dormido y te mira. Y te vuelve a mirar cuando se sienta. Y te sonríe cuando se baja. Mejor si hace frío, y son las 2 de la mañana.
Hace 5 años.
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