martes

Existe un instante, una milésima de segundo, en la que la luz de una mirada nos atraviesa y nos ilumina, como una radiografía, por dentro. Y en ese instante conviven, como un mundo dentro de otro, una sucesión infinita de repeticiones. La nariz dilatándose cuando percibe el perfume. La mano de tía Lourdes en la espalda, el golpe de mamá, abuela postrada en la cama y el olor de su caja de botones. Gabriela, que nunca llora, emocionada por algo que vimos juntos, la sonrisa enorme y llena de sol de Joni en la bicicleta. O la cara de Bruno la vez que lo conocí.
Me voy a morir en la búsqueda incansable de ese instante infinito, como un video atascado en el mismo gesto para siempre. Hay algo en esa búsqueda que me va a llevar, tarde o temprano, hasta mí.

No hay comentarios.: