sábado

Alguien me dijo hace unos días que el arte es chisme, refiriéndose a cuánto la obra que uno construye le cuenta a los demás sobre nosotros mismos. Parecería ser que uno cae tarde o temprano en los brazos de su historia, porque en mi trabajo aparecen, cada vez con más frecuencia, referencias a mi país. Sin quererlo, sin interesarme demasiado muchas veces. Corre por debajo del enunciado formal de "Un pájaro en la casa" un guiño con respecto a mi identidad como cubano y como homosexual. En Cuba se nos llama "pájaros". De manera despectiva, por supuesto. No es nada raro escuchar en La Habana un "mira al pájaro aquel" o "tal es medio pajarón". La palabra viene acompañada de un gesto, despectivo también, parecido al movimiento de un "alita". Cortito y rápido. En Cuba los hombres no gesticulan. 
No me interesa en absoluto que este objeto/instalación hable sobre la homosexualidad, sí me interesa permitírselo, si así lo hiciera. Hay un pájaro encerrado en una casa, soportando la presión de sus paredes, sofocado, a punto de romperse. Es un niño, yo lo conozco.

"Un pájaro en la casa" - 2 de julio - Quimera Galería.


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