sábado

Ayer hablábamos con Santiago sobre la fuerza que no conocemos de las mariposas; un bichito tan pequeño y tan precioso, y tan vulnerable que parece. El que cree que las mariposas no tienen fuerza es porque simplemente nunca ha tenido una entre las manos, en la oscuridad premonitoria de las dos palmas hechas un lugar de muerte. El pequeño ser aletea ahí dentro con la potencia de un latido convulsivo, chocando contra las paredes de la tumba una y otra vez en la búsqueda ciega de un intersticio inesperado que la libere. 
Es de noche y sigo dando vueltas sobre esta idea de la fuerza de las mariposas. Los pensamientos  se me arremolinan, expulsan y traen fugas laberínticas diferentes. Pienso en nosotros aunque no quiero. Creo que hay cosas que aletean muy fuerte también cuando están muriendo.

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