Levanté con verguenza los pedazos de todo lo que construí y me inyecté morfina en las venas para no escucharme latir, no escucharme llorar, no escucharme sentir. Para no sembrar en mi lugar vulnerable otra vez una raíz.
Hace 5 años.
Le pido a Dios que me aplaste, que me rompa en pedacitos y que me deje volver a empezar.
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