Gualeguaychú

Hoy volví del viaje a Gualeguaychú, con Rumi dormimos en lugares insólitos y terribles y nada salió como la habíamos planeado...lo que NO significa que haya estado mal. Que las cosas no salgan como uno las planea (a veces) es bueno, esta vez generó cosas positivas, nos ayudó a estar màs unidos y a pasar mucho más tiempo juntos del que hubiésemos tenido si desde un principio las cosas hubiesen salido como debían salir. Veníamos de un tiempo de estar lejos y distanciados así que supongo que esto nos ayudó a reunirnos (desde adentro) otra vez, a ponernos en el mismo nivel, uno al lado del otro como antes y como no tenía que haber dejado de ser nunca. Gualeguaychú me recordó muchísimo a Cuba, sobre todo algunas calles intrincadas dentro del pueblo, lejos de los sectores populares más conocidos. Las puertas tienen llamadores de metal como tiene la casa de Ladys en Sancti Spíritus, pensé mucho en Lester y en lo grande que me siento a veces, tan lejos de la infancia y de aquellos años increíbles. Cuando uno es chico cree que las cosas buenas no se van a terminar nunca y de golpe perdiste diez años, uno siente que se los roban. Pensar en eso y en todo el pedazo de vida que tengo olvidado allá me hizo sentir un poco de tristeza y de necesidad. Necesito volver pronto a Cuba. Odio extrañar. En Gualeguay los momentos pasaron rapidísimo, no descansamos casi nada y comimos sentados en la calle a falta de tiempo y de presupuesto. El sábado fuimos a El Ángel, un lugar muy bonito de la ciudad en el que suele haber un show humorístico increíble de transformistas. Apenas ví el lugar sospeché que era gay pero nadie nos dijo nada y tampoco podíamos preguntarle a cualquiera, así que tuve que mirar con disimulo a la gente que iba llegando y sacar mis propias conclusiones.